El Día
Internacional de la Salud Mental, conmemorado cada mes de octubre, adquiere
este año una significación especial por los retos que ha dejado la pandemia del
Covid-19. En esta ocasión, se destaca la importancia de reflexionar sobre la
salud mental en nuestras vidas y de brindar apoyo emocional a quienes nos
rodean, con el objetivo de fomentar sociedades más saludables y equitativas. Primeros auxilios de salud mental, consúltelos aquí
La salud
mental, a menudo subestimada, se convierte en un recurso esencial cuando
atravesamos tiempos difíciles. La vida, llena de desafíos continuos, puede
ejercer presión sobre nuestros recursos emocionales, llevándonos a momentos de
crisis y desesperanza. Es crucial reconocer que todos somos propensos a
experimentar episodios temporales de crisis emocionales y la falta de atención
a la salud mental puede tener consecuencias significativas, afectando no solo
el bienestar emocional sino también el físico.
¿Qué es
una crisis?
La
coordinadora de la Oficina de Inclusión del Politécnico Grancolombiano,
Carolina Jurado, autora de esta ruta, cuenta que "las crisis son episodios
de desorganización y desequilibrio que restringen los recursos personales,
intelectuales y emocionales de una persona para enfrentar situaciones tensas.
Pueden surgir de eventos del ciclo vital o de desencadenantes repentinos,
acompañados a menudo de una explosión emocional".
Algunos de
esos momentos propios del ciclo vital pueden ser: el nacimiento de un hijo, la
graduación, un cambio de trabajo, el ingreso a la universidad... frente a estas
situaciones el individuo tiene que adquirir nuevas competencias, desarrollar
habilidades, reorganizar sus rutinas y establecer patrones de conducta
diferentes, que cuando no se cuentan con los recursos, pueden detonar en
eventos de crisis.
Interviniendo
en una crisis: cinco pasos para ser un héroe emocional
1. Contacto
inicial: el objetivo es entrar en sintonía con la situación que está viviendo
la persona que se encuentra en un momento de desequilibrio. Nuestro rol es
escuchar, intentar entender la situación, cómo se está comunicando la persona
afectada, qué emociones está experimentando y sus actitudes frente a lo
sucedido.
2. Analizar:
Reconocer el presente del individuo y la situación. ¿Cómo se siente, ¿qué
podemos hacer en este momento? Analizar el pasado inmediato del evento
detonador (qué, cuándo, cómo de lo sucedido, quién estuvo involucrado, etc.).
Explorar el futuro inmediato, identificar potenciales riesgos y gestionar
alternativas inmediatas (contactar servicios de emergencia y activar rutas
institucionales).
3. Rastreo
de alternativas: Implica explorar los recursos que puedan ponerse a disposición
de la persona para atender la situación, actuar y explicar con él o ella las
posibles dificultades que puedan presentarse en su puesta en marcha.
4. Ejecutar
un plan: Reconocer el rol que puedo ejercer en la puesta en marcha de las
alternativas identificadas en el paso anterior, reconocerme facilitador o
responsable de la acción. Por ejemplo, puedo dar información acerca de
servicios de asistencia o apoyo, en caso de que la persona esté en capacidad de
activarlos, o ser yo quien me ponga en contacto para manifestar la necesidad de
apoyo o gestión.
5.
Monitorear: Definir una estrategia para validar la ejecución del plan
establecido y la regulación de la condición emocional de la persona afectada.
En este punto es importante establecer límites personales, de manera que la
crisis de la otra persona se vuelva mi propia crisis y se defina claramente
hasta dónde debe llegar nuestro apoyo, reconociendo que no debemos ofrecer
recursos que no podemos cumplir. No olvidemos hacer ejercicios de
autorreflexión permanente acerca de nuestras propias emociones frente a la
crisis de la persona a la que estamos acompañando.
Algunas
recomendaciones adicionales:
Acompañar y
escuchar. Muchas veces lo que anhela alguien en crisis es simplemente ser
escuchado. Sé ese hombro en el que puede apoyarse, permite que exprese sus
emociones a través de lágrimas y palabras, y muestra tu afecto sincero.
Conectar y
orientar. En esta etapa te conviertes en el puente hacia la ayuda necesaria.
Puedes conectar a la persona en crisis con amigos, profesionales o recursos que
pueden guiarlos y proporcionarle las herramientas para enfrentar la situación.
Puede que no tengas todas las respuestas, ¡pero tal vez conozcas a alguien que
sí las tenga!
Contener y
apoyar: La escucha activa temprana puede prevenir reacciones emocionales más
intensas. Presta atención a cualquier cambio en su comportamiento y sé
receptivo a sus necesidades. Pregunta si pueden necesitar ayuda y mantente
cerca para brindar apoyo.
Además, es
importante crear un entorno de apoyo tranquilo y confidencial, mostrando una
escucha activa y respetando las diferencias culturales. Minimizar la situación,
expresar impaciencia o imponer soluciones, no son recomendables. La empatía y
el respeto son las claves para ayudar a quienes enfrentan una crisis emocional.
También es
esencial encontrar un espacio tranquilo para hablar y mantener la
confidencialidad. Además, considera los aspectos sociales y culturales para una
comunicación efectiva, habla de manera sencilla y permite momentos de
reflexión. La empatía y la comprensión son clave. Evita hablar de tus propios
problemas para no sobrecargar emocionalmente a la persona en crisis. No trates
de tener todas las respuestas, ni utilices lenguaje negativo y evita confrontar
creencias irracionales de la persona en crisis.
En este Día
Mundial de la Salud Mental, recordemos que el bienestar emocional es esencial
para una sociedad sana y equitativa. Todos podemos desempeñar un papel
importante en el cuidado de la salud mental. Esta ruta de primeros auxilios
emocionales podrá ser consultada aquí:
https://view.genial.ly/6476623ef3b280001348d1a6
Cortesía: Laura
Ximena Orjuela