Seis edificaciones que aprovechan
la luz solar, fogones eficientes de leña y un sistema de información
georreferenciada mitigan las necesidades de energía en poblaciones no
interconectadas del país.
Dos construcciones de piedra
coralina, fibra, madera y cemento se convirtieron desde este año en sitio de
reunión y espacio habitacional de los pobladores de Isla Fuerte, corregimiento
de Cartagena. Fueron elaboradas mediante la unión de saberes ancestrales y
materiales tradicionales con técnicas contemporáneas, gracias al trabajo del
Grupo de Investigación en Georrecursos, Minería y Medio Ambiente (Gemma) de la
Universidad Nacional de Colombia en Medellín.
La práctica, conocida como
bioclimática, “no pretende otra cosa que generar el mayor confort con el menor
consumo energético y responder de manera muy inteligente a los sistemas locales
relacionados con iluminación, viento, agua y vegetación”, dice Sebastián
Bedoya, arquitecto del proyecto.
Como ese lugar, ya van cuatro
construcciones más: un aula en Titumate (Unguía, Chocó) y un complejo
habitacional integrado por una maloca, un aula y una vivienda en El Totumo
(Necoclí, Antioquia). AMPLIACIÓN